¿POR QUE EL NOMBRE DE ALCAPARAIN?
Plagiando a Serrat diría: “Tal vez porque mi niñez sigue jugando en sus….” pinos.
Desde mi niñez fui captando la libertad en las calles y campos de Casarabonela, no solo porque la inmadurez graba con más fuerza las imágenes y sentimientos nuevos, sino porque estos eran adquiridos en los periodos laxos de las vacaciones estivales.
Ya, antes de la adolescencia, jugaba a perderme solo en el laberinto de sus callejas, angostas y empedradas, y volver sin preguntar a nadie, a mi casa, lo que me hacía conocer lo intrincado de su urbanismo morisco y captar la hermosura de sus rincones.En los primeros años de mi juventud hacía lo mismo, pero por los senderos, y a veces sin ellos, de las faldas de ” El Caparaín “ (cómo entonces oía nombrar a la sierra de Alcaparaín) y Sierra Prieta. Aprendí a amar la naturaleza, o, tal vez, hacía estas cosas porque ya la amaba sin saberlo.
También fui aprendiendo a congeniar y respetar a tanta gente sencilla, amable y hospitalaria, con la que me fui encontrando a lo largo de mi camino hacia la madurez, en el pueblo y en los campos, entonces poblados de gentes que habitaban en los cortijos. Y conocí sus oficios, en la ciudad desconocidos para mi y hoy, muchos de ellos desaparecidos.
Después iría conociendo la comarca y otras comarcas de Málaga y de otras ciudades de España, pero siempre llevé en mi mente y me servía como punto de comparación con los nuevos lugares que iba conociendo, Casarabonela, Alcaparaín y todo su entorno.
Creo que siempre me he sentido en deuda con esta zona de Andalucía y he querido, por tanto, rendirle el modesto homenaje de dar el nombre de Alcaparaín a este trabajo.
Jesús Moreno
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